Descripción
El uso y las costumbres terminan por regir el significado de nuestras palabras. Equivocadamente o no, el exilio, siempre según una interpretación popular, tendría que ser siempre involuntario.
La palabra “exilio” viene del latín y significa literalmente “saltar afuera” (exilire: ex, afuera y salire, saltar). Pues bien, el exilio que es tratado en este libro tiene que ver con su significado etimológico. El autor “saltó afuera” por libre decisión, si es que las decisiones que tomamos en nuestras vidas son siempre y completamente autónomas.
Pero el exilio, de cualquier manera, es una metáfora incompleta.
El exilio se resiste a las aproximaciones de la palabra. Está presente en los despertares, en el almuerzo, en la vereda, en la almohada y, sin embargo, cuando queremos definirlo se convierte en intangible silencio.
Su libro anterior, Urgencias del pizarrón, tuvo el “el azar y la necesidad” (como recordaba Demócrito) de que las condiciones posteriores (plagio, juicio, sobreexposición mediática…) convirtieran el sagrado lugar del pizarrón de la terapia intensiva del Hospital de Urgencias -en donde hasta ese entonces sólo se escribían cosas “serias” y “científicas” como ateneos y otras comunicaciones no menos importantes- en un lugar en donde actualmente únicamente se escribe poesía.
Con Llueve sobre el exilio “simplemente pretendo que la metáfora sea completada, antes de la ausencia del olor a peperina”.