Es una novedad. El libro contiene cuentos inspirados en aquellas canciones populares, transmitidas en forma verbal, de generación en generación. Cuentos que husmean en las posibles historias que hay detrás de esas canciones y de sus protagonistas, como los elefantes que se balanceaban en la tela de una araña, la Farolera, la vieja de la cueva, o la rana que cantaba cucú-cucú.

A su vez, los cuentos buscan afianzar el vínculo entre generaciones, de abuelos, padres y docentes con los niños, para compartir esas canciones que todos conocemos y, así, jugar con la imaginación para darle paso a historias tan inverosímiles como disparatadas.

Gabriela De Vecchi es escritora y es la autora de AtrapaCuentos, cuenta que su recorrido en la literatura infantil comienza cuando inventa y comparte historias junto a su hija antes de ir a dormir. La imaginación que tomaba caminos tan disparatados como divertidos y una alta dosis de contenidos para niños despertaron su niña interior y decidió salir a jugar, y a escribir.

De Vecchi dice que este libro de algún modo viene a cuestionar la rutina para salir a mirar desde otra perspectiva. Así nace el primer cuento del libro, Los elefantes que se balanceaban, su primera pregunta fue, ¿no estarán esos pobres paquidermos cansados de balancearse? Luego de ese cuento inicial vino La Mar estaba serena, en el que empezó a jugar con las sensaciones que da la canción y a imaginar sus orígenes, y así siguió con otros cuentos inspirados en canciones que la acompañaron desde pequeña.Cuando Gabriela tomó conciencia, se dio cuenta de que tenía en sus manos años de tradición oral en canciones que cantaron sus abuelos y tal vez los abuelos de ellos, y decidió hacerles un pequeño homenaje con los cuentos.

Dibujadas

Antonella Fant es la encargada de ilustrar las historias y cuenta que lo más interesante del proceso fue la libertad que tuvo para interpretar los cuentos y jugar con los textos.

Como le gusta que la palabra y la imagen bailen juntas y convivan entre sí, para ilustrar imaginó situaciones que no necesariamente estaban escritas, de modo que no fuesen tan literales. La técnica que utilizó fue ilustración y collage digital. Desde los bocetos hasta el coloreado trabajó en computadora y con algunos recortes de papeles.

“Me sentí muy feliz con el trabajo de este libro porque pude expresar mis ideas del libro, tanto en concepto como en estilo”, dice. y agrega que es muy importante que el escritor se sienta cómodo con su estilo y se entusiasme con el hecho de que sus palabras se vuelvan imagen.